Antutu en el país de las maravirijillas 1

miércoles, abril 23, 2008
En la madriguera del conejo

Antutu empezaba a cansarse de estar echada a la orilla del mar. Una de sus hermanas leía, la otra elongaba sobre una lona. Pero Antutu simplemente yacía mirando al cielo, mientras hacía la fotosíntesis.
Así pues, estaba pensando (lo cual le costaba en gran medida, debido a las grandes medidas que había bebido esa mañana, que la habían dejado somnolienta y atontada) si el placer de construir un castillo de arena le compensaría el esfuerzo de tener que levantarse y caminar, cuando pronto saltó cerca de ella un Conejo de Chocolate, con ojos de dulce de leche.

Los efectos del alcohol no le permitieron notar lo bizarro de esa escena, ni sorprenderse al oir que el conejo decía "Dios mío! Dios mío! Voy a llegar tarde!".
El conejo le robó el reloj a un turista, y echó a correr. Antutu se levantó de un salto, porque comprendió que ella nunca había visto un conejo de chocolate pungueando en la playa, y se preguntaba que sabor tendría. Ardiendo de curiosidad, y babeando, se puso a correr al conejo por la arena y llegó justo a tiempo de ver como se precipitaba en un complejo de duplex que se erigían en una esquina.

Antutu encontró la puerta abierta, y entró, sin considerar las consecuencias. De inmediato se dirigió a la heladera. Pero solamente encontró un poco de queso, y una botella de Baileys casi vacía. Luego vio una pequeña puerta en una pared, debajo de una escalera. La puerta le llegaba a la rodilla, y tuvo que echarse en el piso tras abrirla, para poder mirar dentro. Y de pronto Antutu se encontró cayendo por lo que parecía ser un pozo muy profundo.

Y cayó y cayó por largo tiempo. Aprovechó la caída para tararear alguna canción, mirarse las uñas, leer el blog de Gus en www.blogspot.com/sergustavo, descubrir los 35 usos para la cera de oído, y fabricar un dragón en origami con un viejo afiche de Top Manta que llevaba en su bolsillo.
Cuando de pronto, ¡cataplum!, fue a dar sobre un colchón de agua donde las personas que no sabían nadar practicaban nado sincronizado para las olimpíadas.

Antutu no sufrió el menor daño. Se levantó y miró hacia arriba, pero todo estaba oscuro. Ante ella se abría un largo pasadizo, y alcanzó a ver en él al Conejo de Chocolate, que se alejaba a toda prisa. No había momento que perder, entonces Alicia... digo... esteee, ejem... Antutu, sin vacilar, echó a correr a la velocidad de la luz. Bueno... me creerían como el viento? Emm, bueno... me creerían q era como una leve brisa?
Bueno, el caso es que corría, y al doblar una esquina alcanzó a oir que el Conejo decía: "¡la cana, la cana!, ¡¡¡me sigue la cana!!!"

Iba pisándole los talones, pero al doblar otro recodo lo perdió de vista. Y se encontró de pie en un inmenso salón con puertas y ventanas circulares. Vio un cayado propio de un mago apoyado contra una pared, y un sobre con un anillo sobre la chimenea. Pero como Antutu no leía mucho, no supo lo que eran. Recorrió el lugar, pero no vio manera de salir de allí. Se aproximaba el mediodía, y a Antutu se le hacía agua la boca pensando en el Conejo de Chocolate. Solamente encontró una especie de puerta, pero demasiado pequeña para pasar por ella. Como si los habitantes de esa casa fueran criaturas muy pequeñas. También encontró un frutero de madera lleno de pitufresas.
De repente, se encontró ante una mesita de cuatro patas, hecha de cristal líquido, que transmitía películas de cine under. No había nada sobre ella, excepto una diminuta llave de plata.
Miró alrededor, y vio sobre una repisa una botella que decía "Bébeme, cosecha del '83". Como no tenía por costumbre negarse a muchas bebidas, se lo bebió.
Lo encontró muy agradable, con sabor a fresas, manzanas, avestruz al spiedo, lomito a la mostaza, frizzé, helado de uva y un leve aroma a día soleado en las orillas de un lago de montaña. Se lo acabó en un santiamén.

"Que sensación más extraña", pensó Antutu, al ver que el cuarto se agrandaba. De pronto notó que se había encogido hasta ser del tamaño de la puertecita. Su cara se iluminó de alegría al pensar que ahora podría degustar al Conejo de Chocolate, y sus pómulos enrojecieron por el licor.
Al grito de "Rocanrrrrrrrollllll, nena, rrrrrrrocannnnrrrroollll", Antutu intentó pasar por la puerta. Pero en ese momento se dio cuenta que había olvidado la llave sobre la mesa.
Descubrió que no le era posible alcanzarla, a pesar de poder verla a través del cristal. Algunos de los alter-egos de Antutu intentaron tomar control de la situación. Y la "Antu-violenta" casi lo consigue.
Pero en ese momento, posó su mirada sobre una cajita de vivos colores. La abrió, esperando poder llevarse aunque sea algunas joyas de la abuela, pero solamente había dentro una porción de pizza calabresa, con un cartelito que decía: "Deglúteme"
"Bueno", pensó Antutu, "me lo comeré, y tal vez me haga grande nuevamente, como Tom Hanks". Y así, en dos bocados, devoró la pizza.


(continuará)

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